La finalidad del entrenamiento en mindfulness o atención plena es lograr la visión clara de las cosas tal como son, libres del ciclo ininterrumpido de procesos mentales condicionados, del apego y del rechazo.
¿Cómo se generan esos procesos mentales que tan fácilmente pueden atraparnos?
Fíjate que nos preguntamos “cómo” y no
“por qué”. Una de las diferencias que existen entre una teoría y un
modelo es que una teoría trata de explicar porqué ocurren las cosas,
mientras que un modelo describe cómo funcionan.
De entre la infinidad de modelos que
describen cómo funciona nuestra mente, este se presenta comorelativamente
sencillo. También ha servido de base para obtener
una visión clara de las cosas y liberarnos del condicionamiento, el
apego y el rechazo, principales fuentes del sufrimiento, según la
tradición budista.
Según este modelo, cualquier proceso
mental ocurre siguiendo cuatro etapas, que pueden sucederse formando
ciclos ininterrumpidos.
- En primer lugar, un proceso mental (la Conciencia o Viñana) registra la ocurrencia de un fenómeno.
- A continuación, otro proceso mental (la Percepción o Saña) juzga o evalúa ese fenómeno y le adjudica una etiqueta del tipo “positivo” o “negativo”, “bueno” o “malo”, etc.
- De forma prácticamente inmediata, un tercer proceso mental (la Sensación o Vedana) establece de forma condicionada una asociación entre esa “etiqueta” y una sensación corporal o una emoción, que nos resultará “agradable” o “desagradable”.
- Y por último, y de forma también totalmente condicionada, un cuarto proceso mental (la Reacción o Sankara) genera apego por lo que hemos etiquetado como “agradable” y aversión por lo que hemos etiquetado como “desagradable”.
Toda esta secuencia de procesos ocurre de
forma prácticamente instantánea y condicionada, manteniéndonos presos
en una alocada rueda de pensamientos y emociones, privándonos de la
libertad de estar presentes aquí y ahora en cada instante, de forma
espontánea y haciéndonos repetir una y otra vez nuestros errores.
Analicemos este proceso de forma algo más detallada, deteniendonos en algunos de los principales autoengaños que implica.
El primer autoengaño ocurre cuando
creemos que nuestra conciencia registra “la realidad”, mientras que sólo
registra un “mapa” o “representación” de la realidad. La Conciencia elimina
parte de los elementos de la realidad. Porque nuestra atención está
sesgada: como resultado de condicionamientos anteriores sólo registramos
lo que tiene un lugar cómodo en nuestra visión parcial del mundo, lo
que confirma nuestras creencias y suposiciones acerca de “cómo son las
cosas”.
El segundo autoengaño ocurre cuando
creemos que los fenómenos poseen “en sí mismos” las cualidades de
“bueno” o “malo”, “positivo” o “negativo”. Para poder hacerlo,
necesitamos generalizar, es decir, dejamos de considerar el
fenómeno como tal, para considerarlo como parte de un tipo o
clasificación y de esa forma le aplicamos las etiquetas no por el
fenómeno en sí mismo, sino por la “clase” a la que creemos que
“pertenece”. De esta forma, no sólo aplicamos etiquetas erróneas, sino
que creemos firmemente que esas etiquetas son de hecho “propiedades” del fenómeno.
El tercer autoengaño es el que genera las sensaciones y emociones condicionadas. Para ello, necesitamos distorsionar
el fenómeno, aplicandole conexiones con otros de nuestro pasado o de
nuestra imaginación, que nos permiten “deducir su significado” y, en
función de con cuales lo hemos relacionado, considerarlo “agradable” o
“desagradable”.
El cuarto autoengaño se produce cuando
creemos que estamos reaccionando al fenómeno que en ese momento actúa
como estímulo, mientras reaccionamos a toda la cadena de
condicionamientos asociados con las percepciones y sensaciones que hemos
creado a lo largo de nuestro pasado. Así, cuando tenemos miedo o deseo
por un acontecimiento presente o futuro, solemos ignorar que esa
reacción, más que por el propio acontecimiento, que puede incluso aún no
haberse producido o no llegar a producirse, está condicionada por el
recuerdo de otros sucesos que consideramos como de la misma clase, o
conectados con éste.
El resultado es que, en lugar de estar
plenamente vivos y conscientes del aquí y ahora, vivimos una “realidad
virtual” de apego o rechazo generada por el peso de nuestras
experiencias pasadas. Y cada experiencia nueva, a menos que consigamos
recuperar la visión clara, será registrada, etiquetada, sentida y
actuada no como ella misma, sino a través de nuestros patrones
condicionados.
Y esta es la razón por la que repetimos
una y otra vez nuestros mismos errores y por la que “nos parecemos tanto
a nosotros mismos”.
Lo que la práctica de mindfulness nos
ofrece es un camino rápido y sencillo, aunque no necesariamente fácil,
para recuperar la naturaleza esencialmente clara de la mente, la visión
clara de las cosas tal como son, libres del condicionamiento y de sus
consecuencias inmediatas: el apego y el rechazo.
Es un método de extraordinaria eficacia
para “desprogramarnos”, descondicionarnos y poder actuar con libertad y
eficacia ante las cosas como son, en lugar de “reaccionar” ante los
espejismos distorsionados que nos evocan.
Es un camino de vuelta a casa, donde nos
esperan la espontaneidad, la libertad, la paz de la mente y la armonía
con nosotros mismos, con los demás y con todo lo que nos rodea.
Fuente: http://sanchezmota.wordpress.com/2013/12/27/mindfulness-y-liberacion-del-sufrimiento/
-Carla Martín .
No hay comentarios:
Publicar un comentario