lunes, 10 de febrero de 2014

Mindfulness y liberación del sufrimiento




buey-y-boyero
La finalidad del entrenamiento en mindfulness o atención plena es lograr la visión clara de las cosas tal como son, libres del ciclo ininterrumpido de procesos mentales condicionados, del apego y del rechazo.
¿Cómo se generan esos procesos mentales que tan fácilmente pueden atraparnos?
Fíjate que nos preguntamos “cómo” y no “por qué”. Una de las diferencias que existen entre una teoría y un modelo es que una teoría trata de explicar porqué ocurren las cosas, mientras que un modelo describe cómo funcionan.
De entre la infinidad de modelos que describen cómo funciona nuestra mente, este se presenta comorelativamente sencillo. También ha servido de base para obtener una visión clara de las cosas y liberarnos del condicionamiento, el apego y el rechazo, principales fuentes del sufrimiento, según la tradición budista.
Según este modelo, cualquier proceso mental ocurre siguiendo cuatro etapas, que pueden sucederse formando ciclos ininterrumpidos.
  1. En primer lugar, un proceso mental (la Conciencia o Viñana) registra la ocurrencia de un fenómeno.
  2. A continuación, otro proceso mental (la Percepción o Saña) juzga o evalúa ese fenómeno y le adjudica una etiqueta del tipo “positivo” o “negativo”, “bueno” o “malo”, etc.
  3. De forma prácticamente inmediata, un tercer proceso mental (la Sensación o Vedana) establece de forma condicionada una asociación entre esa “etiqueta” y una sensación corporal o una emoción, que nos resultará “agradable” o “desagradable”.
  4. Y por último, y de forma también totalmente condicionada, un cuarto proceso mental (la Reacción o Sankara) genera apego por lo que hemos etiquetado como “agradable” y aversión por lo que hemos etiquetado como “desagradable”.
Toda esta secuencia de procesos ocurre de forma prácticamente instantánea y condicionada, manteniéndonos presos en una alocada rueda de pensamientos y emociones, privándonos de la libertad de estar presentes aquí y ahora en cada instante, de forma espontánea y haciéndonos repetir una y otra vez nuestros errores.
Analicemos este proceso de forma algo más detallada, deteniendonos en algunos de los principales autoengaños que implica.
El primer autoengaño ocurre cuando creemos que nuestra conciencia registra “la realidad”, mientras que sólo registra un “mapa” o “representación” de la realidad. La Conciencia elimina parte de los elementos de la realidad. Porque nuestra atención está sesgada: como resultado de condicionamientos anteriores sólo registramos lo que tiene un lugar cómodo en nuestra visión parcial del mundo, lo que confirma nuestras creencias y suposiciones acerca de “cómo son las cosas”.
El segundo autoengaño ocurre cuando creemos que los fenómenos poseen “en sí mismos” las cualidades de “bueno” o “malo”, “positivo” o “negativo”. Para poder hacerlo, necesitamos generalizar, es decir, dejamos de considerar el fenómeno como tal, para considerarlo como parte de un tipo o clasificación y de esa forma le aplicamos las etiquetas no por el fenómeno en sí mismo, sino por la “clase” a la que creemos que “pertenece”. De esta forma, no sólo aplicamos etiquetas erróneas, sino que creemos firmemente que esas etiquetas son de hecho “propiedades” del fenómeno.
El tercer autoengaño es el que genera las sensaciones y emociones condicionadas. Para ello, necesitamos distorsionar el fenómeno, aplicandole conexiones con otros de nuestro pasado o de nuestra imaginación, que nos permiten “deducir su significado” y, en función de con cuales lo hemos relacionado, considerarlo “agradable” o “desagradable”.
El cuarto autoengaño se produce cuando creemos que estamos reaccionando al fenómeno que en ese momento actúa como estímulo, mientras reaccionamos a toda la cadena de condicionamientos asociados con las percepciones y sensaciones que hemos creado a lo largo de nuestro pasado. Así, cuando tenemos miedo o deseo por un acontecimiento presente o futuro, solemos ignorar que esa reacción, más que por el propio acontecimiento, que puede incluso aún no haberse producido o no llegar a producirse, está condicionada por el recuerdo de otros sucesos que consideramos como de la misma clase, o conectados con éste.
El resultado es que, en lugar de estar plenamente vivos y conscientes del aquí y ahora, vivimos una “realidad virtual” de apego o rechazo generada por el peso de nuestras experiencias pasadas. Y cada experiencia nueva, a menos que consigamos recuperar la visión clara, será registrada, etiquetada, sentida y actuada no como ella misma, sino a través de nuestros patrones condicionados.
Y esta es la razón por la que repetimos una y otra vez nuestros mismos errores y por la que “nos parecemos tanto a nosotros mismos”.
Lo que la práctica de mindfulness nos ofrece es un camino rápido y sencillo, aunque no necesariamente fácil, para recuperar la naturaleza esencialmente clara de la mente, la visión clara de las cosas tal como son, libres del condicionamiento y de sus consecuencias inmediatas: el apego y el rechazo.
Es un método de extraordinaria eficacia para “desprogramarnos”, descondicionarnos y poder actuar con libertad y eficacia ante las cosas como son, en lugar de “reaccionar” ante los espejismos distorsionados que nos evocan.
Es un camino de vuelta a casa, donde nos esperan la espontaneidad, la libertad, la paz de la mente y la armonía con nosotros mismos, con los demás y con todo lo que nos rodea.




Fuente: http://sanchezmota.wordpress.com/2013/12/27/mindfulness-y-liberacion-del-sufrimiento/



                                                                                                                                -Carla Martín .

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