lunes, 24 de febrero de 2014


EL OÍDO ABSOLUTO (Mª Luisa Gil Pérez)
El oído absoluto es la habilidad que tienen algunas personas de identificar una nota musical o de cantar exactamente una nota solicitada sin la ayuda de una referencia externa, un sonido determinado producido por un instrumento. Se calculaba que solo una de cada 10.000 personas tenía esta capacidad pero estudios en niños de Asia oriental han hecho cambiar esta proporción. Muchas lenguas y dialectos de la región (vietnamita, cantonés, mandarín) son tonales y el significado de una palabra depende del tono con el que se pronuncia. Sería como si decir “pan” en tono de fa o en tono de sol, significase cosas distintas.
Puesto que casi una tercera parte de la población mundial habla estos idiomas y todos los niños pueden reconocer palabras en su lengua nativa, parece que el oído absoluto sería una propiedad prácticamente universal que cualquier niño puede tener y que la inmensa mayoría perdemos a lo largo de la primera infancia.
Los adultos poseedores de oído absoluto pueden retener información exacta sobre una nota dentro de ese continuum unidimensional que son las frecuencias sonoras que entran dentro del rango del oído humano y son capaces de:
  • Identificar y etiquetar dentro de la escala musical occidental (el famoso do-re-mi-fa-sol-la-si-do o el A-B-C-…G) las notas tocadas en distintos instrumentos.
  • Nombrar la tonalidad de una determinada pieza musical.
  • Cantar o entonar una determinada nota sin una referencia externa.
  • Nombrar las notas de sonidos domésticos tales como el claxon de un coche o un timbre.
  • Reproducir a la perfección una canción jamás tocada previamente sin necesidad de leerla en una partitura.
  • Identificar y nombrar varias notas que se tocan simultáneamente.
Esta habilidad no es únicamente musical ni es tampoco exclusiva de los seres humanos. El oído absoluto se ha encontrado también en animales como murciélagos, lobos, jerbos y algunas aves, a los que esta capacidad ayuda a la hora de encontrar pareja o comida, dos temas siempre interesantes. También parece evidente que se trata de un tema cerebral y no exclusivamente auditivo. El procesamiento neural de las frecuencias sonoras y posteriormente la interpretación melódica se lleva a cabo principalmente en la mitad derecha del cerebro, mientras que la izquierda es la relacionada con el lenguaje, la que pondría nombre a cada nota.
El oído absoluto tiene ventajas y desventajas en el ámbito musical. Las ventajas son que su poseedor puede afinar un instrumento sin ayudas, juzgar correctamente si una obra se está tocando en la clave correcta e identificar si instrumentos específicos de una orquesta están tocando de una forma bien integrada con el resto o fuera de tono. La principal desventaja es que las personas con oído absoluto tienen más dificultades para disfrutar la música, pues para ellos los errores son mucho más patentes y destacan sobremanera en un concierto.
Hay quien piensa que el oído absoluto se debe a haber recibido unos buenos genes, la versión moderna de los regalos de las hadas en el nacimiento de la Bella Durmiente, o a haber iniciado muy pronto la formación musical. Aunque hay familias con varios miembros con oído absoluto, lo que sugeriría una conexión genética, muchos músicos que provienen de familias de músicos y que son introducidos a la música muy tempranamente no lo desarrollan y, por otro lado, se sabe poco de qué más tiene de especial el cerebro de una persona con oído absoluto. Algunos psicólogos del desarrollo consideran que es justo al revés y que todos tendríamos oído absoluto en la niñez temprana y lo perderíamos al no necesitar un procesamiento exacto de tonos y al cambiar nuestro estilo de procesamiento cognitivo, realizando una computación global y relacional de la información sonora. Las investigaciones en niños asiáticos irían en esta dirección.
Existen investigaciones que sugieren que el oído absoluto podría ir unido a ciertos déficits ya que esta habilidad que podríamos denominar “sobrenatural” o superior a lo normal la tienen más las personas que tienen trastornos del desarrollo y déficits sensoriales. Hay artículos científicos que indican que el oído absoluto es más común en personas con ceguera de nacimiento, con síndrome de Williams o con un trastorno del espectro autista (TEA). Hay incluso un trabajo que muestra el caso de una persona con autismo y buen nivel intelectual que no tenía formación musical y sin embargo, mostraba resultados mejores en la identificación de notas que personas sin autismo y con formación musical temprana que también tenían oído absoluto. Estos resultados sugieren que la génesis del oído absoluto puede ser diferente en las personas con TEA y en las normotípicos y que el procesado cerebral de los sonidos puede codificarse de forma aún más específica en las personas con oído absoluto afectadas de autismo.
Pero hablemos de uno de los más grandes compositores de la historia. A partir de 1762, la familia Mozart se embarcó en una verdadera gira por Europa que cristalizó en el reconocimiento del pequeño Wolfgang Amadeus como un prodigio musical. Una carta sin firma al periódico Augsburgischer Intelligenz-Zettel, de la ciudad de Augsburgo en Baviera describía las extraordinarias habilidades del muchacho de siete años. La carta incluía lo siguiente:
Aún más, vi y oí cómo cuando le hacían escuchar desde otra habitación y le iban dando notas, unas altas y otras bajas, no solo en el pianoforte sino también con cualquier otro instrumento imaginable, él identificaba el nombre de la nota en un instante. De hecho, oyendo el tañido de una campana, o a un reloj, incluso de bolsillo, dar las horas, era capaz de identificar en ese mismo momento a qué nota correspondía.
Es una descripción ajustada de lo que ahora llamamos oído absoluto. Algo que por lo que sabemos no solo tenía Mozart sino también otros compositores como Frederic Chopin o Ludwig van Beethoven e intérpretes como Yo-Yo Ma, Nat King Cole o el mismísimo Stevie Wonder.





Porque cuando las cosas no salen como ellos quieren, nos hacen ver que los alborotadores y delictivos son ellos, y muchas veces lo consiguen, consiguen que nos viremos, que miremos a otro lado. ¿Por qué si son también personas no se les permite hablar? ¿A caso es un delito tener tu opinión y luchar por tus derechos?




Luisa Gil Pérez.


sábado, 22 de febrero de 2014

"Optimismo inteligente" Andrea Morales Vélez


"Lo que un optimista hace es mirar al mundo esté como esté, pero con la confianza y convicción de que ese mundo, esa realidad, puede mejorar" 


Decir la verdad es bueno para la salud. Andrea Morales Vélez

mentir
Decir la verdad mejora tanto la salud mental como la salud física, según revela una investigación de la Universidad de Notre Dame (EE UU) que ha sido dada a conocer en la 120 Convención Anual de la Asociación Americana de Psicología.


Estudios recientes sugieren que, por término medio, cada estadounidense miente 11 veces por semana. Para tratar de averiguar si vivir siendo más honestos mejoraría nuestra salud, Anita E. Kelly y sus compañeros trabajaron con 55 personas personas durante 10 semanas, pidiéndoles que redujeran al mínimo las mentiras cotidianas de forma premeditada, mientras en paralelo se hacía el seguimiento a un grupo control al que no se le había dado ninguna instrucción sobre cómo comportarse. Analizando en el laboratorio una serie de parámetros ligados a la salud, comprobaron que las personas que reducían su tendencia a decir mentiras estaban más sanas, menos tensas y, sobre todo, sufrían menos dolores de cabeza y menos problemas de irritación de garganta que el resto de los participantes.



El estudio, denominado también  "La ciencia de la honestidad", revela que la mayoría de las mentiras cotidianas o bien, se trata de falsas excusas para explicar por qué llegamos tarde a un sitio o dejamos incompletas ciertas tareas, o bien, son fruto de la tendencia a exagerar los éxitos y talentos propios "adornándolos" con pequeños embustes.

"El valor de las palabras" Andrea Morales Vélez

"Cambia tus palabras, cambia tu mundo"


jueves, 13 de febrero de 2014

Cómo Ser Más Feliz. NIKOLETT A. PERNÉ


Cómo Superar el Miedo al Fracaso. Nikolett A. Perné


Preparar tu mente para un examen. NIKOLETT A. PERNÉ

¿Cómo eres? Preparar tu mente para un examen
. Debes saber que.... Aprende de la experiencia. En conclusión
Nervios, preocupación, inseguridad, miedo a quedarte en blanco.
¿Sientes todo esto cuando llegan los exámenes? Es normal. Aprobar es importante para ti. Supone la culminación de muchas horas de trabajo y estudio, pero no dejes que esa presión enturbie tus resultados.
Para evitar las sensaciones de angustia y ansiedad, debes aprender apreparar tu mente para este tipo de situaciones. Es más sencillo de lo que parece.
Siguiendo unas sencillas pautas podrás reducir la tensión antes de la prueba y evitar que ésta afecte a tu capacidad para razonar, responder y demostrar tus conocimientos.
Debes saber que…
Es cuestión de actitud
Evita preocuparte. Si has estudiado lo suficiente, los motivos que te preocupan están fuera de tu alcance. No puedes saber qué te preguntarán o cómo os evaluará el profesor.

Tienes que ser optimista y confiar en tus posibilidades.
El día antes
  • Procura no dedicar el día a estudiar desmesuradamente aquello que aún no has repasado. Así, sólo conseguirás aumentar tu ansiedad y bloquearte mentalmente.
  • Levántate a la misma hora de siempre y realiza tus tareas habituales.
  • Realizar un poco de ejercicio físico como nadar, jugar un partido de baloncesto o salir a dar un paseo puede ayudarte a relajar tus tensiones
  • La noche previa al examen, duerme, al menos, siete horas. Quedarte hasta altas horas estudiando es contraproducente. Si no descansas tu mente, todo tu trabajo se puede ir al traste.
Las horas previas
Si hasta ahora has logrado mantener la calma y una actitud positiva, no lo estropees.

  • Intenta llegar temprano al lugar del examen y asegúrate que tienes todo lo que necesitas: lápiz, bolígrafo, tablas, calculadora.
  • Procura no hablar de la prueba y de su contenido con tus compañeros de examen. Si ellos están muy nerviosos, esa actitud es contagiosa.
  • No intentes comprobar si recuerdas todos los temas. Antes del examen tu mente está en tensión, ya no puedes reforzar tu memoria, así que concéntrate en lo que vas a hacer.
  • Evita los sentimientos negativos. Sustitúyelos por otros más positivos como "ya he pasado antes por situaciones parecidas y ha salido bien" o "me he preparado lo suficiente, ya he hecho todo lo que se podía hacer hasta aquí".
  • Invierte cinco minutos en encontrar un lugar tranquilo para cerrar los ojos y practicar ejercicios de respiración.
EJERCICIOS DE RESPIRACIÓN
Inspira el aire por la nariz manteniendo la boca cerrada y elevando el abdomen.
Sujeta el aire durante unos momentos.
Expira por la boca o nariz muy despacio
Repítelo varias veces. Cuanto más despacio se produzca la respiración mayor será la sensación relajación.

¿Y ahora, qué?
Tienes el examen delante y parece que nada te suena. Te preguntas, ¿me habré quedado en blanco?
Nada de eso. Tienes un montón de conocimientos acumulados sin organizar. A medida que vayas analizando el examen los irás estructurando poco a poco.
Mantén la calma y recuerda que tu memoria funciona de forma asociativa. La primera idea clave que recuerdes provocará la llegada en cascada de una idea tras otra. Así podrás asociar datos y conocimientos para hacer un examen brillante.

Cómo Mejorar la Memoria en 10 Minutos (y sin esfuerzo). NKOLETT A. PERNÉ


El peligro de la obediencia (Noemi Bravo Alvarado)




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En los años 60, Stanley Milgram realizó un estudio psicológico que desveló que las mayoría de personas corrientes son capaces de hacer mucho daño, si se les obliga a ello.
La idea surgió en el juicio de Adolf Eichmann, en 1960. Eichmann fue condenado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la Humanidad durante el régimen nazi. Él se encargó de la logística. Planeó la recogida, transporte y exterminio de los judíos. Sin embargo, en el juicio, Eichmann expresó su sorpresa ante el odio que le mostraban los judíos, diciendo que él sólo había obedecido órdenes, y que obedecer órdenes era algo bueno. En su diario, en la cárcel, escribió: «Las órdenes eran lo más importante de mi vida y tenía que obedecerlas sin discusión». Seis psiquiatras declararon que Eichmann estaba sano, que tenía una vida familiar normal y varios testigos dijeron que era una persona corriente.
Stanley Milgram estaba muy intrigado. Eichmann era un nombre normal, incluso aburrido, que no tenía nada en contra de los judíos. ¿Por qué había participado en el Holocausto? ¿Sería sólo por obediencia? ¿Podría ser que todos los demás cómplices nazis sólo acatasen órdenes? ¿O es que los alemanes eran diferentes?
Un año después del juicio, Milgram realizó un experimento en la Universidad de Yale que conmocionó al mundo. La mayoría de los participantes accedieron a dar descargas eléctricas mortales a una víctima si se les obligaba a hacerlo.

El experimento
Milgram quería averiguar con qué facilidad se puede convencer a la gente corriente para que cometan atrocidades como las que cometieron los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Quería saber hasta dónde puede llegar una persona obedeciendo una orden de hacer daño a otra persona.
Puso un anuncio pidiendo voluntarios para un estudio relacionado con la memoria y el aprendizaje.
Los participantes fueron 40 hombres de entre 20 y 50 años y con distinto tipo de educación, desde sólo la escuela primaria hasta doctorados. El procedimiento era el siguiente: un investigador explica a un participante y a un cómplice (el participante cree en todo momento que es otro voluntario) que van a probar los efectos del castigo en el aprendizaje.
Les dice a ambos que el objetivo es comprobar cuánto castigo es necesario para aprender mejor, y que uno de ellos hará de alumno y el otro de maestro. Les pide que saquen un papelito de una caja para ver qué papel les tocará desempeñar en el experimento. Al cómplice siempre le sale el papel de "alumno" y al participante, el de "maestro".
En otra habitación, se sujeta al "alumno" a una especie de silla eléctrica y se le colocan unos electrodos. Tiene que aprenderse una lista de palabras emparejadas. Después, el "maestro" le irá diciendo palabras y el "alumno" habrá de recordar cuál es la que va asociada. Y, si falla, el "maestro" le da una descarga.
Al principio del estudio, el maestro recibe una descarga real de 45 voltios para que vea el dolor que causará en el "alumno". Después, le dicen que debe comenzar a administrar descargas eléctricas a su "alumno" cada vez que cometa un error, aumentando el voltaje de la descarga cada vez. El generador tenía 30 interruptores, marcados desde 15 voltios (descarga suave) hasta 450 (peligro, descarga mortal).
El "falso alumno" daba sobre todo respuestas erróneas a propósito y, por cada fallo, el profesor debía darle una descarga. Cuando se negaba a hacerlo y se dirigía al investigador, éste le daba unas instrucciones (4 procedimientos):

Procedimiento 1: Por favor, continúe.
Procedimiento 2: El experimento requiere que continúe.
Procedimiento 3: Es absolutamente esencial que continúe.
Procedimiento 4: Usted no tiene otra alternativa. Debe continuar.
Si después de esta última frase el "maestro" se negaba a continuar, se paraba el experimento. Si no, se detenía después de que hubiera administrado el máximo de 450 voltios tres veces seguidas.
Este experimento sería considerado hoy poco ético, pero reveló sorprendentes resultados. Antes de realizarlo, se preguntó a psicólogos, personas de clase media y estudiantes qué pensaban que ocurriría. Todos creían que sólo algunos sádicos aplicarían el voltaje máximo. Sin embargo, el 65% de los "maestros" castigaron a los "alumnos" con el máximo de 450 voltios. Ninguno de los participantes se negó rotundamente a dar menos de 300 voltios.
A medida que el nivel de descarga aumentaba, el "alumno", aleccionado para la representación, empezaba a golpear en el vidrio que lo separa del "maestro", gimiendo. Se quejaba de padecer de una enfermedad del corazón. Luego aullaba de dolor, pedía que acabara el experimento, y finalmente, al llegar a los 270 voltios, gritaba agonizando. El participante escuchaba en realidad una grabación de gemidos y gritos de dolor. Si la descarga llegaba a los 300 voltios, el "alumno" dejaba de responder a las preguntas y empezaba a convulsionar.
Al alcanzar los 75 voltios, muchos "maestros" se ponían nerviosos ante las quejas de dolor de sus "alumnos" y deseaban parar el experimento, pero la férrea autoridad del investigador les hacía continuar. Al llegar a los 135 voltios, muchos de los "maestros" se detenían y se preguntaban el propósito del experimento. Cierto número continuaba asegurando que ellos no se hacían responsables de las posibles consecuencias. Algunos participantes incluso comenzaban a reír nerviosos al oír los gritos de dolor provenientes de su "alumno".
En estudios posteriores de seguimiento, Milgram demostró que las mujeres eran igual de obedientes que los hombres, aunque más nerviosas. El estudio se reprodujo en otros países con similares resultados. En Alemania, el 85% de los sujetos administró descargas eléctricas letales al alumno.

lunes, 10 de febrero de 2014

Psicodiagnosis el dibujo infatil y su significado- Idania Hernández Rodríguez


1- Evolución del dibujo infantil

a) El Garabato

El primer garabato (no siempre efectuado sobre papel), supone la primera expresión gráfica de lo que más adelante serán trazos que irán tomando progresivamente forma y contenido. Son los precursores de algo más importante que vendrá después: el dibujo y la escritura.

Estos primeros "dibujos" suelen efectuarse a partir del año y medio. Evidentemente sin intención ni capacidad para representar formas, figuras u objetos. Sí pueden, desde un punto de vista psicológico, permitirnos explorar algunos detalles tempranos de su afectividad y temperamento como se expone un poco más adelante.

Sus primeros contactos con el lápiz y el papel van a ser exploratorios y muy condicionados por las limitaciones obvias de su capacidad y maduración visomotora.

Igual como ocurre con en otros aspectos del aprendizaje, cada niño es un mundo y seguirá su propio proceso y ciclo. Los hay más precoces y otros más lentos en la adquisición de ciertas habilidades. Ello no tienen que ser síntoma inequívo, al menos en estas edades, de retraso o menos capacidad futura. No obstante, siempre será positivo potenciar, motivar y acompañar al niño en cualquier proceso de aprendizaje y estar atentos a a cualquier problema que pudiera surgir.

b) Del garabato a las primeras formas

A partir del segundo año, el niño es capaz de ir dando forma a los garabatos. Ya no se trata sólo de líneas inconexas sino que se observan agrupamientos de trazos en formas con contornos. Pueden ser los primeros intentos de representar objetos del mundo real. Evidentemente el nivel de maduración no permite todavía la definición de las formas. Suele también empezar la experimentación con diferentes colores. En esta etapa ya podemos distinguir algunos rasgos del temperamento del niño tal como se apunta más adelante.

c) Las líneas empiezan a tomar forma

Estamos ya en la etapa de 2,5 años aproximadamente. El niño es capaz de dibujar circulos y combinarlo con líneas para crear nuevas formas. Son dibujos que ya tienen cierto parecido con objetos y figuras humanas pero sin llegar a nivel de detalle suficiente como para identificarlas plenamente.

d) El detalle aumenta

Cercanos los tres años pueden aparecer las primeras formas que identifican objetos o personas. El dibujo puede tener ya una intención clara de comunicar situaciones, personajes y emociones. La forma se perfila y podemos reconocer en ellos el primer esbozo de la figura humana. Son humanoides sólo con piernas y cabeza. Otros objetos de interés para el niño pueden ser también objeto de plasmación en el papel (autobús, coche, casa, etc.).
El niño, generalmente, es capaz ya de dibujar una línea vertical al año y medio; la horizontal y el círculo a los dos años; la cruz a los tres; el cuadrado a los cuatro y el rombo a los siete años.

e) La figura humana se perfila

Entre los tres y cuatro años el niño va depurando sus dibujos. La figura humana evoluciona de un simple humanoide con piernas y cabeza a una figura más completa en las que ya se han incorporado el cuerpo y los brazos. La cabeza con frecuencia aparece muy grande al igual que los ojos. En los niños más detallistas puede que también se incorpore el pelo como un elemento más.

f) Se consolida la forma

Estamos ya en los cinco años. Las diferentes estructuras cognitivas han ido madurando y el dibujo es una más de las facetas en el que el niño ha progresado. Ahora la figura humana es perfectamente identificable y presenta la mayoría de los elementos principales: Cabeza, cuerpo y extremidades superiores e inferiores. En la cara puden observarse los ojos y la boca. La nariz y las orejas suelen tardar un poco más. La presencia del cabello es también habitual. Además aparece otros aspecto importante: la diferenciación. Cuando se pintan varias figuras humanas, el niño es capaz de pintar en cada una de ellas rasgos diferenciales (más grande, más pequeño, con pelo, sin pelo, alegre, con algún objeto en la mano, etc.). Este detalle es importante dado que es un síntoma de creatividad y de capacidad de observación del entorno.

g) El personaje en situación

De los cinco a seis años el dibujo está consolidado. Cada niño a su forma y con su propia destreza. No obstante, el dibujo va a mantener un elemento común en todos los niños: Su capacidad de ser una plataforma comunicativa, un escaparate donde se nos va a mostrar un mosaico de sensaciones y emociones, es decir, el mundo interno del niño. No siempre serán obvias sino que deberan interpretarse cautelosamente en la clave peculiar e intransferible de cada niño.

Ahora, figuras humanas y objetos interactuan dentro del papel y el niño puede plasmarlas no tan sólo como formas individuales sino formando parte de una escenificación, de una situación concreta.

2- Aspectos a evaluar en las primeras etapas

Desde el mismo inicio del garabato podemos anilizar diferentes aspectos, si bien, cuando el dibujo toma una especial relevancia en la evaluación es a partir de los 4 - 5 años, momento en el que está consolidado.

A continación se exponen algunos de los elementos que pueden ser susceptibles de observación y evaluación en las primeras etapas del niño. 

a) El modo en que coge los lápices.

Lo hace de forma tranquila o lo agarra fuertemente. Su trazo será seguramente aún torpe pero si los agarra de forma forzada puede ser un indicador de tensión. Es aconsejable que le indiquemos tranquilamente como debe cogerlos, pero dejándole cierta libertad en sus primeros encuentros con el papel para que vaya experimentando.

b) La mirada y la actitud.¿Disfruta el niño con la actividad? ¿Solicita los lápices?
Debemos verificar si está pendiente de lo que hace fijando la mirada en el papel o simplemente se limita a hacer movimientos con el lápiz sin prestar atención. En éste último caso deberíamos intentar corregirle y que atendiera visualmente a lo que está haciendo. Si no está motivado para pintar mejor dejarlo para otro momento. No forzarlo.
Una inclinación natural hacia el dibujo es buen indicador de la capacidad de aprendizaje posterior.

c) El espacio que ocupa.Ver el espacio que ocupa en el papel puede darnos algunas pistas. En general ocupar todo el espacio se asocia a confianza, seguridad, ganas de explorar el entorno, etc. Cuando el espacio ocupado se reduce a alguna zona en concreto o los garabatos son pequeños se interpretaría en sentido contrario, es decir, timidez, retraimiento, introversión.

d) El trazo.
Un trazo firme, seguro y estable al hacer el garabato puede significar soltura de movimientos, ganas de explorar, de experimentar, buena predisposición al juego, a aprender, etc. Si el trazo se efectúa con exceso de presión o velocidad puede ser un indicador de impulsividad o falta de control.

e) Forma.
En general, los niños empiezan dibujando formas rectilíneas para progresivamente incorporar las formas onduladas. Una vez pasada la etapa de los primeros garabatos, cuando se empieza a adquirir un poco de destreza con el dibujo, las líneas rectas largas trazadas de esquina a esquina del papel, en especial las ascendentes, pueden ser indicadores de cierta agresividad hacia el exterior o falta de control de impulsos. Por el contrario, los trazos con predominio de las formas onduladas o redondeadas son propias de niños con mayor control sobre sí mismos y quizás de mayor complicidad afectiva con las figuras de apego.

f) Los colores preferidos

3- El dibujo a partir de los 5 años

Como hemos visto, tras la primera etapa, el garabato se ha transformado progresivamente en un dibujo con forma, con color e intención comunicativa que refleja la madurez de los cambios madurativos, pero también, la forma particular en que el niño ve y vive su mundo. El dibujo es la representación de su universo subjetivo.

Sin embargo, es a partir de los cinco años, cuando el dibujo se convierte en una herramienta de gran utilidad en la evaluación psicológica de los niños. Acompañándolo de preguntas simples acerca de algunos de los aspectos dibujados, nos proporciona información valiosísima y el niño lo vive de forma muy natural, poco intrusiva lo que le ayuda a expresarse con libertad.

4- Rasgos psicológicos y su expresión en el dibujo

La siguiente tabla muestra un resumen de algunos rasgos psicológicos y su expresión en el papel. Esta exposición pretende ser aproximativa. No deben, en todo caso, interpretarse las asociaciones de determinadas características con evidencias ciertas de la presencia de determinadas conductas o patrones emocionales. Los datos expuestos obedecen a probabilidades estadísticas no a hechos con seguridad absoluta. Se trata sólo de pistas que pueden orientar una evaluación más objetiva y especializada en los ámbitos que se consideren relevantes.
Rasgos Psicológicos:Indicadores gráficos:
Agresividad, desobedienciaPresencia de dientes muy destacados. Brazos largos con manos cerradas. Garras en lugar de dedos. Formas con trazos rectos muy alargados y en sentido ascendente. Marcada asimetria de las extremidades cuando se representan personas. Dibujo de números, letras, signos u objetos repetidos siguiendo una progresión ascendente en su tamaño.
Ansiedad - TemorLos temores infantiles se manifiestan en el dibujo mediante un grafismo reducido, indeciso, pequeño, simple en su forma. En ocasiones, el niño puede preferir dibujarse dentro de una casa, vehiculo, etc. que le proporcione cobijo frente al mundo externo y sus fantasmas. Poca expresividad en las caras. Si el temor es hacia alguna persona en concreto, la representará con brazos cortos o sin ellos. La presencia de ansiedad puede reflejarse también en el sombreado de la cara(parcial o total) siendo muy significativo entre los 5 y 12 años.
Motivación para el Aprendizaje y la EscuelaDibujos bien proporcionados enriquecidos con algunos detalles (ver dibujo 2). Las caras suelen representarse con grandes ojos, hay expresión, el cuello suele estar presente. El dibujo está bastante centrado y ocupa buena parte del papel. Brazos abiertos y piernas bien definidas. Caras sonrientes, elementos extra como pequeños animales (caracoles, mariposas...).
EgocentrismoCabeza grande, formas exageradas. Si se trata de un dibujo de familia o de varias personas, el niño se dibuja primero y aparece notablemente más grande que los demás. (ver dibujo 2)
Comportamientos y pensamientos obsesivosEl dibujo se realiza siempre con un método muy similar, siguiendo una misma rutina un mismo tema o colores. Es un dibujo elaborado que crea mucha ansiedad al niño si se equivoca o cree que no le ha quedado bien. Necesidad de borrar con frecuencia. Trazos simples muy repetitivos pueden estar asociados a discapacidad mental. (Ver dibujo 3)
InseguridadBrazos y manos pequeñas y/o pegados al cuerpo. Piernas delgadas o inestables. Trazo irregular, inseguro, fallos con rectificaciones frecuentes. Figuras comprimidas o pequeñas. Inclinación de la figura en 15º o más.
PerseveranciaFiguras bien contorneadas. Riqueza de detalles. Los personajes aparecen con el rostro expresivo y con todos los elementos. Cabello bien definido. Si se utiliza el color se ha rellenado gran parte del dibujo. Trazo pausado poco impulsivo. Buena atención.
Déficit atencional. ImpulsividadDibujo desorganizado. Normalmente a mayor déficit atencional menor capacidad para estructurar un dibujo global. El niño preferirá dibujar pequeños objetos inconexos de diferentes temáticas y formas. Poca definición, pobreza de detalles. Objetos irreales o muy distorsionados. Cuando coinciden déficit atencional e impulsividad el dibujo pasa a ser más una descarga tensional que una actividad placentera. El niño dibujará sólo elementos de su interés y tenderá a ocupar todo el espacio del papel con pocas formas mal dispuestas.
Lateralidad CruzadaLa lateralidad cruzada se manifestará por la presencia de figuras, letras o numeros en forma invertida (como reflejadas en espejo). El trazo del dibujo será irregular con formas distorsionadas. (Ver dibujo 4)
AutocontrolSimetria en el dibujo. Formas onduladas, bien proporcionadas. Si el dibujo está coloreado no se traspasan los límites del contorno.
AutoestimaBuena organización del espacio. Brazos y manos abiertos. Tamaño de la figura grande. El dibujo suele ocupar casi todo el espacio del papel con una distribución adecuada. Expresión positiva en las caras cuando aparecen varias figuras.
Problemas de relación social o con sus igualesBrazos pegados al cuerpo, expresión neutra o triste. La figura puede mostrarse indistintamente (según como lo vive el niño) grande o pequeña. Grande cuando se vive la situación como agresión hacia uno mismo y hay que responder o plantar cara. Pequeña cuando el sentimiento es de indefensión, temor o incapacidad. (Ver dibujo 5)
Discapacidad MentalEl rasgo fundamental es la pobreza y poca variabilidad de los detalles. Dependiendo del nivel cognitivo el niño, éste puede efectuar el dibujo de una figura humana pero será incapaz de introducir variaciones significativas para distinguir, por ejemplo, un hombre de una mujer. Asimetria en las extremidades y/o poca integración de las partes.

5- Ejemplos de dibujo libre

A continuación se muestran algunos dibujos libres efectuados por niños y niñas de diferente edad. Se acompaña una pequeña descripción de los rasgos más relevantes.