La noche era fría y en su soledad tronaba el traqueteo de unos tacones sobre las baldosas del sendero que cruzaba sinuoso la oscuridad del parque. Un mechón castaño se liberó de su elaborado peinado y se zarandeó con la brisa que arañaba el interior de aquel bosquecillo artificial, como el rojo intenso de sus labios. El olor a tierra mojada y el sonido de los aspersores que se habían activado a aquellas horas simulando una cíclica danza de la lluvia coloreaban las sombras y cansada como la luna que había decidido desaparecer se sentó en un banco torneado en la madera. Suspiró, observó el lugar por el que había llegado y miró hacia las estrellas. Se quitó los estilizados zapatos malva oscuro, de un tacto aterciopelado y acarició el dolor de sus pies. Acarició también el dolor de su alma y mimó su orgullo. Ella no había sido siempre así, deambulaba por la noche, pero con menos pesar en su corazón y una sonrisa más lustrosa. Se detuvo a contemplar el firmamento en silencio y se dijo - supongo que cuando te planteas seriamente si algo está bien lo más probable es que no lo esté para ti. - pero también es el primer indicio de que te acercas a algo, si no mejor, al menos más madurado. - le respondió la voz de un zorro agazapado tras su butaca en el cine de las estrellas.
Contagio de las emociones. ( Luisa Gil Pérez)
Un vídeo que nos muestra una curiosa verdad con la que vivimos día a día.
En tiempos en que la belleza es definida por las súper modelos y el éxito por la riqueza, Lizzie te pregunta, ¿cómo te defines tú?
Una vez la etiquetaron como la “Mujer más fea del mundo”, así que decidió dar la vuelta a las cosas y crear sus propias definiciones de belleza y felicidad.
"¿Voy a dejar a la gente que me dice monstruo definirme? ¿Voy a dejar a la gente que dijo, mátalo con fuego definirme? No. Voy a dejar que mis metas, éxitos y logros sean las cosas que me definan."